EL CAMPUS DE LA U.N. NO ES NI DE LA VISE, NI DE LOS JIBAROS, NI DE LAS DIRECTIVAS ¡ ES DE LA COMUNIDAD UNIVERSITARIA !
Hace poco tuvimos la triste oportunidad de recibir en las entradas del campus universitario, de manos de los mismos hombres que con artilugios de centro comercial requisaban las maletas, el comunicado 09 de la vicerrectoría de la sede Bogotá. El comunicado parece escrito por alguien que no solo no ha entrado a pie por las puertas de la 45 o la 26, sino que no conoce la dinámica cotidiana del campus. Es un comunicado irrespetuoso, pero además ingenuo.
Irrespetuoso porque tiene el descaro de poner en el mismo saco a los vendedores ambulantes de la universidad (que en su gran mayoría son estudiantes que lo necesitan), con los jíbaros que no hacen parte de la comunidad universitaria y cuyos propósitos difieren bastante tanto de la necesidad como de la academia. Irrespetuoso además, porque pretende que una hoja de papel sea acatada por decreto como si de un jardín infantil se tratara.
Ingenuo, porque entre líneas se lee un desconocimiento profundo de la universidad y sus estudiantes al pretender que se transmita el falaz señalamiento que ahí se hace intentando convertir al estudiante del común en cómplice “Es claro que para las personas que infrinjan la normatividad vigente, estarán sujetos a la aplicación de los procedimientos y correctivos disciplinarios pertinentes”, dice el comunicado. Los estudiantes universitarios saben bien la diferencia que existe entre un vendedor de droga y un vendedor de dulces, pero además conocen los nocivos efectos que ha tenido la implementación de la seguridad privada en nuestro campus. Pero su ingenuidad raya en el absurdo al desconocer que ni siquiera en el arbitrario estatuto de bienestar y convivencia se prohíben las ventas ambulantes de golosinas en el campus.
Hoy, después de algunos años, con esquema de seguridad privada y todo, los vendedores ambulantes se han quedado por fuera paulatinamente, pero los jibaros cada vez están más adentro. La solución de una administración que no tiene ningún tipo de legitimidad ante la comunidad universitaria, no es otra que las medidas de fuerza. El historial de la VISE en su relativo corto tiempo es muy diciente: estudiantes requisados a la fuerza, golpeados y amenazados verbalmente. Incluso existió una campaña hace un tiempo llamada “Denunciemos a VISE” por las violaciones recurrentes.
La empresa de seguridad privada sigue al pie de la letra los mandatos facilistas que desde las directivas de la Universidad se implementan, y que se resumen en la intención de Wasserman de igualar estudiantes y delincuentes (tal como se ha expresado en las múltiples propuestas de estatuto estudiantil). Bien describen lo que sucede en la UN las frases de la decana de Enfermería Natividad Pinto en el último Consejo Académico “hay que limpiar el campus de vendedores ambulantes”, y por el decano de Ciencias Ignacio Mantilla “La Universidad debe ser nacional y no popular”. Los mismos mandatos cómplices con hechos como la irrupción violenta de la fuerza pública al campus que han desembocado en el señalamiento de los estudiantes y la universidad, y la impune violación a los derechos humanos.
Los vendedores ambulantes se proliferan ante la ausencia de un bienestar universitario integral que cobije a toda la comunidad universitaria, y ante la ausencia de políticas generalizadas como restaurante universitario, residencias estudiantiles y subsidios, los precarios programas de bienestar que quedan no alcanzan para las necesidades que existen. Otro agravante de criminalizar la venta ambulante.
El estudiante universitario entiende cual es el problema que existe con la venta de drogas en las universidades, e incluso sabe por las dinámicas de sus barrios que el “jibaro” es la base de la cadena mafiosa paramilitar en universidades y barrios, y hace parte de su propósito por ocupar nuevos territorios. Pero ¿En qué otra cosa se podría convertir una universidad donde los estudiantes no tenemos voz ni incidencia en la toma de decisiones? La administración de la universidad, al alejar a los estudiantes de la participación, también se aleja por desconexión del territorio y convierte a los estudiantes, de habitantes de la ciudad universitaria, en simples transeúntes del campus. Pero además convierte a los estudiantes en ciudadanos de segunda categoría al implementar en su contra políticas que parten del desconocimiento de la academia y la cultura universitaria, para asumirlos como delincuentes.
Lo que nos dice el comunicado nº 9 de vicerrectoría es que a partir de la fecha, ni siquiera el carné nos hará diferentes y de ahora en adelante, los estudiantes y el jíbaro tendremos el mismo trato si “incurrimos en conductas inadecuadas”. El problema del consumo de sustancias es un problema de salud pública, no de seguridad. El verdadero problema de seguridad para el campus es que las directivas con su acostumbrada miopía no se den cuenta que lo que están engendrando es un peligroso caldo de guerra ajeno a las dinámicas de cultura universitaria y propuesta. El campus universitario no pertenece ni a la VISE, ni a los jíbaros, ni a las directivas, le pertenece a la comunidad universitaria, debería ser ella en su conjunto quien administrara la ciudad universitaria.
El campus universitario es un territorio común, un territorio común a la academia, común a la cultura, común al saber. Es un campus para la vida, para la diversidad. Hoy existe una mirada inquisidora sobre el campus desde las directivas: su ética es la estética, nuestra ética, la de los estudiantes, es la de la pluralidad, la cultura y la democracia. Y como su perspectiva del problema del campus es estética (presentar un bonito maquillaje para la universidad), el verdadero problema queda en un segundo plano. En vez de sentarnos colectivamente a plantear soluciones frente al bienestar universitario y los problemas del campus, la cultura es mandada a pintar de blanco, los vendedores a ser expulsados, las personas a ser restringidas y la diversidad a ser limitada y censurada con cámaras y un ojo inquisidor… mientras tanto, el jíbaro mira sereno desde la playita como la administración de la universidad desapropia paulatinamente a los estudiantes de su ciudad universitaria.
Por fortuna la identidad no nos la han dado las directivas, la hemos adquirido apropiándonos de nuestro territorio universitario, un territorio que nos es común porque es un territorio donde se fomenta la creatividad, el saber, la propuesta y la conciencia, es un territorio para hacer arte, para hacer ciencia, para pensar la filosofía y para construir nación.
Hoy, el mensaje debe ser totalmente claro: el territorio universitario es territorio común, no pertenece ni a la seguridad privada, ni a los jíbaros, ni a la dirección de la universidad. El territorio es de la comunidad universitaria y esta lo hará defender ante la ausencia de respeto, pluralidad, democracia y vida. Es por eso que le exigimos a la administración de la UN que tenga en cuenta estos elementos, y que sea a partir de una construcción colectiva emanada de la comunidad universitaria como se cree un verdadero territorio para la convivencia, contrario a un territorio para el disciplinamiento y el control que hoy se nos propone.
LA UNIVERSIDAD NACIONAL ES TERRITORIO COMÚN. NI JÍBARO, NI VISE, NI CONTROL TERRITORIAL ANTIDEMOCRATICO DEL CAMPUS… NUESTRA PROPUESTA ES LA DEMOCRACIA!
Agosto 4 de 2010
Bogotá D.C. Ciudad Universitaria
Comité de Representantes Estudiantiles de la UN, Sede Bogotá
cres.bogota@gmail.com
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