martes, 10 de abril de 2012

A la Comunidad Universitaria y a la Sociedad en General: La elección de rector en la UN, y la puñalada a la autonomía universitaria

A la Comunidad Universitaria y a la Sociedad en General

La elección de rector en la UN, y la puñalada a la autonomía universitaria



Hoy la comunidad universitaria de una de las mejores Universidades del país, se encuentra sencillamente indignada.


Indignada por no tener Autonomía, o tenerla tutelada del gobierno nacional, que es lo mismo. Una democracia a partir de la cualificación y la participación es imprescindible para construir la autonomía universitaria. Sin ella no hay universidad pues la misión de la Universidad es precisamente hacer del pensamiento un elemento creativo, y este elemento de creación es imposible cuando las barreras son de despotismo, autoritarismo, represión, opresión intelectual, o censura.


El maestro Eduardo Umaña Luna resumió el deber ser universitario en una bella frase: “La actividad social de la gente de universidad debe ser total y radicalmente ajena a toda actitud de conformismos con la injusticia social, la desigualdad económica y la opresión intelectual”.


El pasado mes se dio un profundo debate al interior del claustro sobre su rumbo y quién debía dirigirlo. Lo hizo con dos consultas que el CSU (Consejo Superior Universitario) ni siquiera discutió. La comunidad, que conoce los rumbos pasados, los rumbos posibles, y los rumbos deseables, escogió una opción bajo éstas perspectivas, y lo hizo a partir de la participación en la misma consulta que el CSU emitió para tomar una decisión.


Pero su Consejo Superior, si fuese posible llamarlo “suyo”, tomó una de las peores opciones, la menos académica, la acorde con los designios del gobierno y no el sentir de la comunidad; el profesor Ignacio Mantilla. El nuevo designado del gobierno –de los 8 miembros los representantes de la comunidad (Estudiante y Profesor) estaban en desacuerdo con la designación de Mantilla- que representa una Universidad sitiada por la exclusión académica y social, Mantilla llega a oponerse a los argumentos de la academia y de la construcción de conocimiento para la nación; significa la polarización de la comunidad: de un lado los profesores, estudiantes, trabajadores y del otro los directivos y el gobierno, que desconocen la realidad de la comunidad universitaria y su proceso formativo; bajo esta administración continuarán teniéndose oídos sordos ante la voz de la comunidad universitaria, representante en la Nacional del pueblo Colombiano.


La democracia en las universidades no es un despropósito como algunos, haciendo tribuna al peor de los despotismos, el del saber, se han dado en afirmar. La democracia de la Universidad es una necesidad porque compromete a los miembros de la comunidad con su propio horizonte, les da identidad y sentido de pertenencia frente al reto que se asume cuando se es estudiante, profesor, egresado o trabajador. Un reto que va mucho más allá de un diploma o u sueldo, y tiene que ver con ser habitantes del lugar donde vive la conciencia crítica de toda nación: la universidad. La representación estudiantil no siente, desde ningún punto de vista que el profesor Mantilla, por la forma completamente ilegítima como fue escogido al interior del CSU, sea quien representa a la Universidad Nacional. En otras palabras, no sentimos identidad ni con la administración saliente, ni con la entrante, en tanto nunca han considerado la voz de los estamentos en la toma de decisiones. Creemos que al día de hoy ese sentimiento de indignación frente al acto despótico, es un sentimiento generalizado en la Universidad Nacional de Colombia. Bajo éste mismo mecanismo antidemocrático y mezquino con la valiosa participación de los habitantes de nuestra Ciudad Blanca se aprobaron reformas como el estatuto estudiantil, la reforma académica o el embolatado préstamo con la banca privada por más de 107 mil millones de pesos, todos impulsados por la alianza Wasserman-Mantilla.


La democracia universitaria, la que le continua arrebatando el gobierno y las administraciones ajenas a la comunidad, como la actual que preside la Universidad Nacional, no garantiza mágicamente que haya un mejor rumbo, eso es cierto, pero tampoco que haya uno peor como se ha dicho. Lo que si garantiza la democracia con criterio de cualificación y participación, como debe ser en esencia la universidad, es generar una identidad en los miembros que componen la universidad con la creación, con la autonomía, con la posibilidad de ser nosotros mismos: de un país para la inteligencia. En otras palabras, lo que garantiza la democracia es precisamente responsabilidad con la construcción de nuestra universidad y nuestra sociedad.


La definición sobre el nuevo rector estuvo lo más alejada posible de los argumentos académicos, estuvo en forma clara signada por algo a lo que el actual rector dice temer en las instituciones educativas: “la política partidista”. Fue marcada también por la política del miedo a los cambios y transformación permanente, además por la cooptación burocrática que caracteriza el actual gobierno.


La forma mediante la que el gobierno nacional toma estas decisiones tiene la característica de no escuchar a sus comunidades, de imponer una visión foránea, ajena al diálogo, y donde las decisiones se toman por arriba excluyendo al resto. Son prácticas que ejemplifican la cultura política ausente de participación y ética, elementos que han producido entre otros, el conflicto social y armado que vive nuestro país, sin solución dialogada o democrática a la vista. En Colombia, como en la Universidad Nacional, la democracia es un simulacro que busca aparentar, mas no construir.


Este órgano -CSU-, en especial la actual administración y el gobierno nacional, que se jacta de tener altos niveles académicos no hace más que obviar la discusión académica y ceñirse fielmente a los designios del gobierno de Santos, el mismo que impulsó el año pasado la propuesta de educación superior más regresiva e inconveniente en todo sentido para la sociedad colombiana.


La Universidad más emblemática del país es la más conservadora, no por su comunidad, sino por sus directivas, que han definido como ley, la exclusión, el silencio, la reducción de la crítica y el debate académico. Como diría el manifiesto de Córdoba, adoptado por la gran mayoría de claustros universitarios en el mundo, “La juventud ya no pide. Exige que se le reconozca el derecho a exteriorizar ese pensamiento propio en los cuerpos universitarios por medio de sus representantes. Está cansada de soportar a los tiranos. Si ha sido capaz de realizar una revolución en las conciencias, no puede desconocérsele la capacidad de intervenir en el gobierno de su propia casa.”

Hoy, a casi 100 años, no hemos aprendido esta lección en la Universidad Nacional, ni en muchas de la Colombia.


Hasta el 2 de Mayo (día de la posesión de nuevo rector) los integrantes de la comunidad universitaria en todas las sedes; esperamos que el CSU revoque la decisión adoptada en la designación ilegítima de rector. De no ser así ella generará sus propios escenarios de gobierno, pues la ingobernabilidad no la hemos creado nosotros, sino ustedes, las directivas que han decidido hacer de la autonomía un irrespeto. Fue más importante la complicidad con el gobierno, que la autodeterminación consagrada en las leyes.


Ante la ausencia de condiciones para abordar el debate de ésta, la Universidad de la Nación, nos retiramos del CSU hasta la fecha enunciada anteriormente, en que esperamos respuesta frente a la indignación de la comunidad. Nos retiramos además porque consideramos el CSU como espacio ilegítimo y mera correa de transmisión de la mezquina política gubernamental, que se expresó en su propuesta de reforma a la ley 30 de 1992. Pero nos retiramos para aportar a construcción de Universidad en sus espacios propios, nos retiramos a trabajar por el movimiento estudiantil y por una Universidad para la Inteligencia.


Invitamos a todas las comunidades Universitarias dispuestas a construir la educación que demanda el país, a participar críticamente y con movilización del segundo debate Nacional agendado por la Mesa Amplia Nacional Estudiantil –MANE- para este Viernes 13 de Abril en la Ciudad de Cartagena, precisamente sobre la Autonomía y la Democracia Universitaria, “Por Soberanía para Colombia, Autonomía y Cogobierno para la Universidad”.




“Que se abra el telón, que siga la función, en este consejo superior que es el teatro de la Mediocridad”.





Visnu Posada Molina

Jairo Andrés Rivera H.

Representantes Estudiantiles ante el CSU

Universidad Nacional de Colombia.

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